Entre los 6 y los 12 años, los niños atraviesan una etapa crucial de su desarrollo en la que empiezan a descubrir quiénes son, qué les gusta y cómo encajan en el mundo. Es una fase de exploración, aprendizaje acelerado y construcción de identidad, donde los intereses, la motivación y los valores familiares juegan un papel central.
Lo que los niños aprenden y sienten en estos años sienta las bases para su autoestima, su autonomía y su conducta futura. Acompañarlos activamente en este proceso es una oportunidad única para fomentar su crecimiento emocional, ético y cognitivo.
¿𝗣𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲́ 𝗲𝘀 𝘁𝗮𝗻 𝗶𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗲𝘁𝗮𝗽𝗮?
• 𝗗𝗲𝘀𝗮𝗿𝗿𝗼𝗹𝗹𝗮𝗻 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗲𝘀𝗲𝘀 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗼𝘀: Desde los 6 años, los niños comienzan a mostrar preferencias claras: deportes, lectura, animales, arte, ciencia, etc. Descubrir lo que les apasiona fortalece su identidad y su sentido de competencia.
• 𝗟𝗮 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝘀𝗲 𝘁𝗿𝗮𝗻𝘀𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮: Pasan de hacer cosas para agradar a sus padres a buscar logros propios. Aquí aparece la motivación intrínseca: hacer algo porque les interesa o les reta, no por una recompensa externa.
• 𝗟𝗼𝘀 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗶𝗲𝗻𝘇𝗮𝗻 𝗮 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗿𝘀𝗲: La justicia, el respeto, la empatía, la responsabilidad… Dejan de ser normas impuestas y empiezan a ser parte del “yo”. Por eso, lo que ven, escuchan y viven en su entorno tiene un gran impacto.
¿𝗖𝗼́𝗺𝗼 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗳𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝗲𝘀𝘁𝗼𝘀 𝘁𝗿𝗲𝘀 𝗽𝗶𝗹𝗮𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗰𝗮𝘀𝗮?
𝟭. 𝗣𝗼𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝗿 𝘀𝘂𝘀 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗲𝘀𝗲𝘀
• Observa sin dirigir: En lugar de elegir por ellos, observa con atención qué les entusiasma. A veces lo que parece una fase pasajera (dinosauros, pintura, construir, bailar) puede ser una puerta a aprendizajes más profundos.
• Ofrece variedad de experiencias: No hace falta apuntarlos a todo, pero sí exponerlos a libros, museos, naturaleza, talleres, deportes o actividades culturales. Cuanto más amplio sea el menú de estímulos, más oportunidades tendrán de descubrir lo que les apasiona.
𝟮. 𝗔𝗹𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝘀𝘂 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻
• Celebra el esfuerzo, no solo el resultado.
• Permite que se equivoquen: El error es parte del aprendizaje. Si lo castigas o ridiculizas, evitarán intentar cosas nuevas por miedo a fallar.
• Dales voz y poder de decisión: Cuando sienten que sus decisiones cuentan (aunque sea elegir el orden de los deberes o con qué empezar el día), su motivación crece.
• Relaciona las tareas con propósitos reales: Darles sentido a las tareas conecta con su motivación interna.
𝟯. 𝗙𝗼𝗿𝗺𝗮𝗿 𝗲𝗻 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗱í𝗮
• Predica con el ejemplo: Los valores no se enseñan solo con palabras, se viven. Si ven respeto, solidaridad y honestidad en casa, lo absorberán.
• Habla de emociones y dilemas morales: Conversar sobre lo justo, lo correcto, lo que haríamos en distintas situaciones ayuda a construir criterio propio.
• Refuerza los actos valiosos, no solo los éxitos: Felicita cuando comparte con un amigo, defiende a alguien, tiene paciencia o se disculpa. Eso también es crecer.
• Establece límites con sentido ético: En vez de “no porque lo digo yo”, puedes decir “no podemos hacer eso porque afecta a los demás”.
𝗥𝗲𝗰𝗼𝗺𝗲𝗻𝗱𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀:
1. Anima a tus hijos a probar, explorar y aburrirse: El aburrimiento no es enemigo, es la puerta a la creatividad y al descubrimiento de intereses propios.
2. Crea espacios de conversación sin juicios: En la cena, en el coche o al acostarse.
3. Haz visible el valor de las pequeñas acciones: Un gesto amable, un acto responsable o una disculpa sincera merecen reconocimiento.
4. Permite que tomen decisiones, incluso si se equivocan: Elegir implica aprender. Siempre que no sea peligroso, deja que prueben, rectifiquen y crezcan.
5. Lee con ellos libros con dilemas morales o personajes con valores: Las historias son una forma poderosa de transmitir valores sin sermones.
Acompañar a nuestros hijos entre los 6 y los 12 años no es solo prepararlos para el colegio, sino para la vida. Fomentar sus intereses, nutrir su motivación y guiarles en la formación de valores les dará herramientas sólidas para convertirse en personas conscientes, curiosas y éticas. No hace falta tener todas las respuestas; 👉𝗯𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀, observar con atención y confiar en su capacidad de crecer.
Psicóloga y psicoterapeuta
María Fernández Pérez